Se llamaba Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi, pero fue conocido por el mundo como Sandro Botticelli. En su época se lo consideraba como uno de los mejores pintores de Italia, cuya fama fue en declive hasta que vio nueva gloria para finales del XIX.
El talento que poseía, tuvo un punto de inflexión y para el año 1487, ya sus pinturas no eran lo mismo. Un cambio abrupto de ideales se vio reflejado en su arte, el cual paso de los desnudos reflejando la belleza idílica a obras llenas de dolor y agonía.
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Icono del renacimiento italiano, pintor religioso y retratista
Botticelli fue protagonista de uno de los momentos más importantes para el arte, conocido como Edad de Oro Florentina. Fue entonces cuando concretó sus dos obras más destacadas, El Nacimiento de Venus y La Primavera, las cuales se convirtieron en auténticas referencias del Renacimiento Italiano.
Dada su fama luego de estas magnificas obras, recibió grandes encargos de instituciones públicas, así como de las familias florentinas más pudientes de la época. El más importante encargo vino del Papa Sixto IV, quien le solicitó decorar la Capilla Sixtina en compañía de Pietro Perugino, Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli.
Siendo que el dinero y el arte se encentran entrelazados, los encargos con grandes auspicios suponían la compra de materias primas costosas. Por ejemplo, con el polvo de alabastro, Botticelli consiguió que sus pinturas tuvieran colores más brillantes. Su arte se desarrolló a la par del florecimiento artístico de la época, para luego padecer un gran declive.
Por 1495, se encargó de dar vida a los relatos de la obra La Divina Comedia de Dante Alighieri. Era un gran artista, que durante esos años recibió influencia de la prédica de Girolamo Savonarola, protagonisca y responsable de la Hoguera de la Vanidades, donde se ordenó quemar vestidos, libros y arte que tuviera la capacidad de incitar al pecado.
Atormentado por el cambio de sus ideales
Los expertos han denominado a los cambios negativos e incómodos en sus obras, como la involución que llegó en sus años tardíos. Antes de 1487, las obras de Botticelli se definían como mitología neoplatónica y las cuales son consideradas en conjunto con otras obras de la época, como el alma del Renacimiento.
Con su obra La Calumnia, todas las dudas del autor referentes al neoplatonismo parecen cobrar vida junto a las expresiones agonizantes de los personajes plasmados, algo que para los expertos resulta un cambio evidente en su percepción filosófica de la vida. La influencia de Savonarola en su vida personal fue tal, que había un abismo entre sus desnudos iníciales y el sufrimiento religioso que acompañó el ocaso de su carrera.
Para la historia del arte ha sido mucho más sencillo resaltar sus grandes obras, restando importancia y valor a aquellas que pertenecen a la época de su declive. Aun en la actualidad, la Venus de Botticelli es una obra esplendorosa, que sigue cautivando a nuevas generaciones tal como lo hacía en el Renacimiento.
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