Un equipo internacional ha detectado fosfina en el planeta, un gas producido por microbios que prosperan en ambientes libres de oxígeno
Un equipo de astrónomos internacional ha publicado un artículo en la revista Nature Astronomy en que anuncian la detección de una sustancia conocida como fosfina en la atmósfera de Venus. Antes de que se publicara el artículo corrían rumores en las redes, e incluso han proliferado artículos en blogs, que aseguraban que la fosfina de Venus podría proceder de alguna forma de vida presente en el planeta. Aunque el interés innegable del trabajo, la comunidad científica, incluidos los mismos autores, se ha mostrado prudente ante esta posibilidad.
La fosfina es un gas tóxico que huele como ajo podrido y que en la Tierra la producen bacterias que descomponen materia orgánica en ausencia de oxígeno. Se genera en los pantanos, a las aguas residuales y los intestinos de algunos animales. Hace algunos meses, la investigadora Sara Seager, que también firma el nuevo trabajo, publicó un artículo en la revista Astrobiology en que situaba esta sustancia maloliente como un buen indicador de la presencia de vida en otros planetas, incluso de manera más determinante que el oxígeno, que se puede producir sin la intervención de ningún ser vivo.
A partir de esto, y de que los autores del hallazgo no pueden asociar la presencia de fosfina a procesos geoquímicos o atmosféricos, se podría hacer un razonamiento goloso según el cual la única explicación de la fosfina venusiana sea la presencia de vida. Esto es lo que ha pasado en las correderas habituales de las redes. La búsqueda de vida fuera de la Tierra, sin embargo, es un trabajo detectivesco de una gran minuciosidad. Sherlock Holmes ya advertía que cuando se ha descartado lo imposible, lo que queda debe ser la verdad. Pero realmente, en este caso, se ha descartado lo imposible?
Los autores del artículo defienden la presencia de fosfina a partir de la detección de un solo de los colores de la luz que emite esta sustancia. Todas las moléculas y elementos químicos emiten luz de varios colores que les son propios, de manera que cuando se observan estos colores se puede asegurar la presencia. Se trata de una especie de huella digital que permite identificar a distancia del que están hechas las cosas.