El Unicaja ya le saca brillo a su segunda Copa del Rey de baloncesto. El conjunto malagueño acaba de proclamarse ganador del torneo tras vencer en la final del Olímpic de Badalona al Lenovo Tenerife por 80-83. Si bien es cierto que el suspense se mantuvo durante todo el encuentro, la puntería de los de Ibon Navarro acabó siendo decisiva en el último periodo. Cabe reseñar que el campeón consiguió llegar al partido de la conquista después de haber superado al Barcelona y al Real Madrid en cuartos y en semifinales respectivamente, una proeza que nadie había podido firmar hasta ese momento.
Dieciocho años ha tardado el Unicaja en volver a colocar el título en sus vitrinas. Lo ha hecho además convencido de que las gestas también surgen de lo inesperado, de la sorpresa que en ocasiones concede el buen trabajo en equipo. El cuadro cajero, sumido en una pronunciada racha de sequía de trofeos nacionales, no levantaba la Copa desde la época en la que Sergio Scariolo asumió las riendas del banquillo. El mérito esta vez pertenece a un entrenador que, tras ser despedido del Andorra hace tan sólo un año, ha mostrado una capacidad asombrosa para construir una escuadra ganadora con hasta nueve jugadores recién llegados.
Junto a la lección grupal de Navarro, como es obvio, está el trabajo técnico de su plantilla, de la que también se rescatan algunos nombres que han dejado una huella decisiva en el torneo copero. Sobran los ejemplos: Darío Brizuela destrozó al Barça, Kravish fue determinante contra el Real Madrid y Tyson Carter se llevó el MVP de la final ante un Tenerife que mantuvo el pulso hasta el desenlace, hasta que a Huertas y Shermadini se les acabó la gasolina, tal y como predijeron la mayoría de casas de apuestas, como la conocida plataforma Bet365, siendo esta una de las más reconocidas y fiables, debido a su experiencia y a las opiniones en bet365 de los apostadores más expertos online.
El partido fue creciendo en intensidad. Los primeros compases sirvieron para que ambos conjuntos canalizaran el ímpetu de verse en un escenario como este, al filo de la historia. Tras el sondeo de rigor, los de Txus Vidorreta asumieron pronto la iniciativa, el papel de veteranos, teniendo en cuenta que en las últimas seis temporadas han jugado hasta cinco semifinales de Copa. La pizarra del técnico bilbaíno mantuvo la esencia que tan buenos resultados le ha venido proporcionando a nivel de títulos desde 2017. Sus jugadores volvieron a ser un muro defensivo, capaces de resistir la embestida de un Unicaja que cerró el primer cuarto ganando por 16-17, con un triple final de Kalinoski.
La igualdad continuó en el siguiente tramo hasta que el Tenerife volcó en Shermadini la tarea de dominar en la pintura. La maniobra dio sus frutos y generó un parcial de 12-4 que mantuvo a los malagueños bloqueados por unos instantes, muy tibios en el repliegue y en la circulación. La respuesta de Navarro no sólo estuvo en buscar anotaciones desde la línea de tres puntos, sino en adueñarse del rebote ofensivo. Gracias a esto volvió a meterse el Unicaja en la lucha, consiguiendo además ponerse un punto por delante. Eso sí, la alegría duró hasta que Huertas puso el 39-37 en el luminoso con un triple de esos que desmoralizan.
El tercer acto fue el de la resurrección andaluza. La clave estuvo principalmente en la viveza de Brizuela, que supo encontrar huecos en la defensa canaria para ir sumando puntos y entusiasmo ofensivo. El escolta vasco contagió a sus compañeros de esa alegría repentina hasta sellar un notable parcial de 0-7. Más contundente fue la réplica de los aurinegros, de la pareja de baile formada por Huertas y Shermadini, cuyo 14-0 particular puso el 53-44 en el marcador y dejó al Unicaja en estado de alerta. Lejos de renunciar al compromiso, los de Ibon Navarro apretaron la defensa y contuvieron el arreón del Tenerife, que amenazaba con romper el choque. Los triples de Kalinoski y los diecisiete puntos de Tyson Carter, que entró en la cancha a modo de salvador, insuflaron a los suyos una buena dosis de vida extra.
Con la trama absolutamente igualada se llegó a la curva final del encuentro. Carter se apoderó de la iniciativa y continuó torturando con extrema definición. El cuadro malagueño tiró entonces de poderío físico y perpetuó sus transiciones a toda velocidad. Estas fueron las coordenadas de la victoria, a las que se incorporaron dos aciertos casi concluyentes de Barreiro y de Osetkowski, que ensancharon la distancia hasta el 69-77. A cuatro minutos de la bocina, todavía con todo por decidir y con el Tenerife sufriendo rachas de titubeo, ya siempre a remolque, los de Navarro dosificaron bien sus esfuerzos y encararon el último coletazo sabiéndose ganadores. Un ajustado 80-83 permitió al Unicaja apoderarse de su segunda Copa del Rey.